De la nueva generación de mujeres saharauis

Treinta y ocho años después, se ven los frutos del esfuerzo. Crecen con raíces profundas las nuevas generaciones de saharauis que se preparan para cuando llegue el momento de dejar de luchar por su causa y comenzar a construir los cimientos de un país libre e independiente. Esta noche no me cabe más que escribir reflexionando sobre lo que ha hablado Cheija Abdalahe en su intervención en el curso Sahara: Pasado, presente y futuro, en la Universidad Juan Carlos I de Fuenlabrada. Una joven estudiante saharaui de la UNMS que, minutos antes de iniciar su conferencia, depositó sus miedos y sus nervios en el mismo pañuelo que le sirvió para secarse las lágrimas provocadas por el visionado del documental Gdeim Izik. Su voz no se entrecortaba para confesar al público que se había hinchado a llorar, pero que de él precisamente le salían solas las ganas de abrir su corazón ante nosotros.

Y allí estaba, como símbolo de una nueva generación saharaui que viene pisando fuerte, que apunta maneras y que, sin variar ni un ápice la reivindicación del derecho del pueblo saharaui a su autodeterminación,  se metió en el bolsillo a todos cuantos estábamos en el salón de actos al hablar de la mejor y más importante herencia que ha recibido de sus padres y de las mujeres de generaciones superiores, quienes forjaron, a fuerza de lucha y tenacidad, un presente y un futuro mejor que el suyo propio para sus hijos. Y esa herencia no es otra cosa que el convencimiento de que tienen la razón y que para defender su legítimo derecho a recuperar su libertad deben seguir formándose y aprendiendo, día a día, del ejemplo que las mujeres saharauis han dejado marcado en la historia del Sáhara.  Me siento orgullosa de ser saharaui, de haber nacido bajo una jaima y de haber vivido como lo he hecho, a pesar de la dureza de las condiciones de ser refugiada en el desierto, porque he crecido en una sociedad libre de expresión y libre de elección. Por eso, debéis creer en nosotras, en las mujeres saharauis, porque entre vosotras y nosotras hay muchas más cosas que nos unen de las que nos separan, aunque no lo creáis.

Cheija apeló al núcleo duro de los sentimientos, logró identificarse con los estudiantes que la escuchaban, atrapó su atención y conectó con banda ancha. Las mujeres jóvenes saharauis hemos mamado el sacrificio de nuestras madres, a quienes les salió el instinto animal para proteger y dar oportunidades a sus hijos aun estando en el exilio, en el desierto y con todo en contra. Se mostraba transparente, sincera, rendida ante una realidad que ha sabido estructurar y transmitir con certeza y acierto. Hay que creer siempre en el otro, aseguraba, sólo os pido que prestéis un poco de atención a nuestra situación y que nos apoyéis, porque vosotros estáis estudiando Ciencias de la Información y esa es precisamente la clave de la solución a nuestra situación, que la información llegue, que se difunda y que se conozca lo que nos ocurre para romper el bloqueo.

Convencida de que existe solución para la cuestión del Sáhara por encima de los favores económicos de unos pocos que dirigen el mundo, a Cheija Abdalahe se le iluminaba el rostro al asegurar con firmeza que cada día que pasa es un día menos para nuestra independencia, porque no vamos a ceder, nada nos va a frenar, a pesar de esa mano oscura marroquí que reprime al pueblo saharaui… Aunque temo que la frustración que me invade genere odio y que ese odio se apodere de mí, porque esto es lo que los marroquíes quieren, que los saharauis nos convirtamos en una sociedad débil… En ese instante su convencimiento se convirtió en nuestro impulso, que a su vez se transformó en emoción contenida por el ansia y la necesidad de hacerla sentirse apoyada, protegida y acompañada. Pero ni eso dejó Cheija al azar, porque en ese ejercicio de confesión abierta y en voz alta compartía con nosotros que su alma se alimenta escuchando a cuantos apoyan al pueblo saharaui, porque a veces pienso que son más saharauis que nosotros, porque nos creen, nos defienden y nos dan cuanto pueden para colaborar con nuestra causa y con el objetivo de alcanzar nuestro derecho a la independencia.

Sus propias palabras sirven para demostrar que tiene tantas ganas como valor, tanta fuerza como capacidad y tanta sangre saharaui como futuro. Decía tiemblo porque siento que me estáis sintiendo. Así es, Cheija… Así es.
Elisa Pavón

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