VIGILIA POR TEKBAR HADDI ANTE EL Ministerio de Asuntos Exteriores ESPAÑOL

Takbar Haddi a su hijo asesinado: ¿Por qué te arrancaron la vida, son personas o monstruos?
VIGILIA DE APOYO A LA HUELGA DE HAMBRE DE TAKBAR HADDI.
Miércoles 10 de Junio
Desde las 18 hasta las 24 horas frente al Ministerio de Asuntos Exteriores
Plaza de las provincias.
Madrid.
Dadas las graves circunstancias que han rodeado este asunto y convencidas de que
TAKBAR HADDI está en su legítimo derecho de pedir el cuerpo de su hijo,
las diferentes Asociaciones y Redes de Mujeres, nos unimos para apoyar a
ésta mujer deseando que las autoridades competentes tomen cartas en el
asunto y se hagan eco de la necesidad de hacer justicia.

Takbar Haddi, en huelga de hambre desde el 15 de mayo frente al
Consulado de Marruecos en Las Palmas de Gran Canaria para pedir
justicia, dice a su hijo Mohamed Lamin Haidala, asesinado por colonos
marroquíes, que sus hermanos no entienden por qué ya no está con ellos,
que le siguen esperando.
Takbar se pregunta por qué fue asesinado;
cómo puede haber tanta crueldad contra jóvenes indefensos solo por el
hecho de ser saharauis y amar la libertad y si quienes hicieron ésto son
personas o monstruos.
Esta mujer, de 42 años, lamenta no haber
podido despedirse de su hijo, ni él de ella, y le confiesa que volverá a
amar la vida cuando recupere su cuerpo, ahora enterrado en un lugar
desconocido. Con dolor en su frágil cuerpo, busca fuerzas para seguir
luchando y se las da la imagen ensangrentada de Haidala.
A través de
Jadiyetu El Mohtar, representante de la Unión Nacional de Mujeres
Saharauis en España, Takbar Haddi se dirige así a su hijo Mohamed Lamin
Haidala en El Espía Digital:

“Mis fuerzas apenas me permiten ya
pronunciar tu nombre, cierro los ojos y te veo sonriente, alegre, como
tus amigos, como tus hermanos.

Siempre me decías que era tu heroína
porque contestaba a todas tus preguntas, hoy soy incapaz de responder a
las mías: ¿Por qué te asesinaron? ¿Por qué te destinaron este final?
El dolor, el inmenso dolor vuelve a mi frágil cuerpo y me azota, me
lastima hasta en lo más profundo de mi ser. Abro los ojos y veo tu
imagen ensangrentada, veo gente gritando ¡¡¡Justicia Para Haidala,
Justicia Para Haidala!!!. Quiero gritar con ellos: ¡¡¡Justicia Para
Haidala, Justicia Para Haidala¡¡¡
Tu imagen sufrida, ensangrentada,
insufla fuerza en mí, vuelvo a respirar hondo para amortiguar el dolor
en mi interior, quiero tener fuerzas para seguir luchando por ti. Mis
preguntas siguen sin respuesta: ¿por qué a ti? ¿Por qué te arrancaron la
vida de esta forma tan cruel? ¿Son personas o monstruos?
Solo me
queda buscar las respuestas y exigir justicia. Quiero que forenses
independientes hagan una nueva autopsia a tu cadáver, hijo, porque tus
asesinos te enterraron sin que yo me despidiera de ti, no sé dónde
estás, no me dejaron despedirme de ti, ni a ti de mi. Tus asesinos
siguen en libertad. Si no hay justicia, para qué vivir, no quiero vivir.
Tan solo tenías 21años y muchos proyectos de futuro en tu país, libre
de la ocupación, libre de colonos hambrientos de sangre, como los que te
asesinaron y te hicieron agonizar de comisaría en comisaría y
peregrinar de hospital en hospital sin recibir ni la menor muestra de
humanidad.
Mohamed Lamin fuiste agredido en El Aaiún, la ciudad que
te vio nacer, jugar, correr… Te hirieron de muerte aquel fatídico día,
el 31 de enero, eran cinco colonos marroquíes que trabajaban en una
tienda cercana a tu casa. Desde que llegaron a nuestra tierra no han
traído más que dolor y penuria a nuestras vidas.
Hijo, sé que
sufriste porque recibiste golpes y pedradas en el pecho y los brazos,
pero el ensañamiento de tus asesinos lo demuestran la herida grave que
te asestaron en el cuello con unas tijeras. ¿Cómo puede haber tanta
crueldad contra niños indefensos como tú?
También las mujeres
sufrimos la violencia cada día en nuestras casas, en nuestros barrios,
pero nunca me imaginé que podían arrancarte de mi lado así. Hoy sufro
por ti, por mí y por todos los que cada día son agredidos por el solo
hecho de decir que son saharauis, que aman la libertad como tú la
amabas.
Vuelvo a cerrar los ojos con extenuación apagada. Quiero
recuperar tu imagen, tu imagen feliz, no la imagen ensangrentada. Te
escucho reír, jugar con tu hermano Seifeddin (18 años), eras el ejemplo
para él, su compañero inseparable. También veo al pequeño Darrag (8
años), te echa de menos y no entiende que ya no estás. No puede entender
lo que sufriste en tu agonía. Ya no estás para cogerle de las manos y
hacerle girar alrededor de tu cuerpo mientras él se tronchaba de la
risa. Te siguen esperando cada día.
Me llaman madre coraje por mi huelga de hambre reclamando justicia, quisiera no serlo para que tú estés aquí, conmigo.
Cierro mis ojos otra vez porque sólo así:
Borraré de mi mente
las penas del exilio
Volveré a amar la vida
cuando tú vuelvas, hijo”.

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